JORGE SÁNCHEZ

Los Karamazov viven en Abasto
Es más, abren el living de su casa a quienes quieran zambullirse en la obra de su papá Dostoievski
El grupo de Teatro Doméstico hace honor a su nombre y después de varios éxitos decide quedarse en casa para compartir una copa con amigos y curiosos En ese clima, revisitan la obra del genial escritor ruso
Hay que tocar el timbre, subir una pequeña escalera, saltear un amplio comedor, pedir perdón por interrumpir una lección de violín, atravesar un pequeño vestidor y, entonces sí, es posible sentarse en el living de la casa de Jorge Sánchez.
No es necesario conocer personalmente a este actor o haber recibido una invitación especial. Es sólo que en el cálido living de su casa funciona la sala de lectura donde transcurre Proyecto Siberia, el nuevo espectáculo de Teatro Doméstico que desde el último sábado está a disposición de los veinticinco espectadores que reserven oportunamente lugar en los mullidos sillones dispuestos para degustar una historia salida de la obra de Fiodor Dostoievski.
"Hay que leer hasta que el público insulte o caiga de rodillas con lágrimas en los ojos". Como nacidos en cualquiera de las novelas del escritor ruso, Teo, Liza e Iván se revelan fanáticos, perdidos, obsesionados... aún así planean lectura. Al igual que los personajes que encarnan, Alfredo Martín, Susana Pampín y Jorge Sánchez, con la dirección de Beatriz Catani y la asistencia de Bea Odoriz, el grupo de Teatro Doméstico a pleno -con invitados incluidos- celebraron lectura a lo largo de todo un año.
El lector en su mundo
El objetivo no era otro que adentrarse en el mundo de Fiodor Dostoievski para descubrir al hombre detrás del novelista. Así se fueron convirtiendo en sus personajes y, como él, se transformaron en ávidos lectores. Y qué mejor para un lector que un sillón, una lámpara de pie, un libro... y alguien a quien leerle. Con un límite muy difuso, impreciso y permeable, los tres actores apenas separan ficción de realidad. Y de ello son testigos los espectadores que participan -vodka en mano- del convite.
"Cuando planteamos el trabajo a partir de la obra de Dostoievski pensamos que el espacio debía ser un lugar pequeño, íntimo. Empezamos a ensayar en mi casa y al poco tiempo nos dimos cuenta que era el lugar indicado, que no podía ser otro, sobre todo a medida que empezaban a aparecer cuestiones de puesta, de narración espacial que nos ayudaba a contar lo que queríamos", se larga Jorge Sánchez, el anfitrión.
Las lecturas que el grupo realizó de la obra completa de Dostoievski, de sus biografías, de los ensayos que encontraron, de cartas para su hermano y de lo que decía su mujer tiñó el espectáculo. Leer. "Esa relación con la lectura nos empezó a ganar y sentíamos que tenía que estar presente. Y en ese juego la cercanía con el otro debía ser real", agrega Alfredo Martín.
El público no estuvo presente desde el inicio del proyecto; de hecho, durante los tres años de trabajo las variables que se manejaron fueron muchas (hacia el final del segundo año, había tres textos distintos, por ejemplo), pero lo que permaneció inalterable fue el espacio. "No sé si estaba tan presente el espectador, pero sí sabíamos de qué modo debía emitirse el mensaje. Buscábamos que ese muy cerca hiciera que la gente perdiera el sentido de obra convencional. Lo que iba a ver podía ser una obra de teatro que se mezclaba con la realidad de tres actores -nosotros- que leen", retoma Sánchez.
El plantel masculino de Teatro Doméstico recibió a Vía libre en la multifacética casa de Jorge, en el Abasto. Realmente vive allí, pero el tamaño del hogar permite intimidad a pesar de la sala de ensayo, de alguna habitación en alquiler, de quien sale de la ducha o elige almorzar a las cinco de la tarde. Ese olor hogareño es el que percibe la gente al entrar a la sala de lectura para disponerse a Proyecto Siberia.
El público y su respiración está incluido en el espectáculo; si bien no participa de manera activa, la cuarta pared lo comprende, lo abarca, está a sus espaldas. El también es Proyecto Siberia. Esto hizo que en su nueva búsqueda de desafíos, Teatro Doméstico se distanciara totalmente de sus trabajos anteriores, léase Del chiflete que se filtra; El líquido táctil y Lecturas públicas -en realidad cada uno significó una búsqueda diferente-, e hiciera suyo cierto lenguaje cinematográfico, en el que el primer plano parecía ser uno de los principales desafíos:"hay que ver los ojos de los que actúan para de verdad qué les pasa", acota Martín.
Lo que sigue siendo el sello distintivo, es la fijación con internarse en las relaciones familiares, en lo primario de esas relaciones, siempre desde un lugar que huele a absurdo a realidad tragicómica, en este caso con personajes atravesados por la culpa, la necesidad de castigo, de huida y de salvación. Temas que en estos días pueden sonar recurrentes: "Es impresionante, si estos textos los hubiésemos dicho hace seis meses remitirían a una cosa, hoy es imposible que no remitan a lo que está pasando y a la sensación de pérdida de sentido", dicen casi a dúo.
En el momento del sinsentido, el único viable se redefine en el placer de hacer lo que nace instintivamente. Por eso se juntan, trabajan y actúan. El papel que cumple lo económico es prácticamente nulo. Si no no actuarían en un lugar donde entra muy poca gente por una módica entrada. "El objetivo no es no ganar dinero ni marginarse, es trabajar como creemos que debemos hacerlo. El compromiso es con el grupo y con nuestras ideas."

Proyecto Siberia. Mario Bravo 722. Reservas, 4865-5955
Viernes, sábados y domingos, a las 21. Entrada, $ 8
Verónica Pagés
Publicado en diario La Nación el 26/10/2001.