Don Rolo: "Almagro de mi vida"

Resulta injusto intentar la reseña de una historia de vida de 90 intensos años en el núcleo de la barriada de Almagro. Pero la memoria de Don Rolo -un laburante y milonguero con toda una vida en la zona, que cumplió 90 pirulos el pasado 20 de junio- acentúa su contacto con tantos sucesos históricos por él vividos.
Quizá podríamos presentarles, a modo de resumen de tantos aspectos de su vida, su propio puesto de embutidos, aceitunas y "aroma a tango", situado en la avenida Corrientes al 3900, donde exhibe numerosas fotos de sus diferentes pasiones y sentires: Gardel, Troilo, Evita, el club Independiente, él mismo interpretando algún tangazo ("Siempre digo que no soy ningún cantor pero siempre me gustó cantar"). Lugar donde el que se acerca y entabla un cordial diálogo con Don Rolo, puede hacerse merecedor de escuchar unas agradable melodías como las que este cronista degustó.
Este infatigable y cálido "Don Rolo", Luis Rodolfo Ortale, nació un 20 de junio de 1911 en pleno Abasto, San Luis y Jean Jaurés, "que se llamaba Bermejo y luego Quirno Costa. Mi mamá me puso Luis por la calle donde nací. Cuando nació mi hija Rosita, le puse el nombre de mi madre".
Con su mujer con quien convive actualmente, lleva 72 años de casado y tuvo dos hijos: Rosa y "mi Tito, como yo lo llamo, que a los siete años ya tocaba el fueye y después se recibió de profesor de bandoneón. Llegó a tocar en Radio Rivadavia". Su descendencia se continúa con 3 nietos y 6 bisnietos; todos, al igual que él permanecen asentados en el barrio.
Barrio del Abasto primero y de Almagro luego, donde confluyen, como en tantos, la política, el tango, el fútbol y el ganarse el pan de cada día...
Veredas que conoce casi a la perfección, lo que le permite recordar, por ejemplo, las características en el año 1918 de la esquina que visita asiduamente, Corrientes y Medrano: "En la esquina Sudoeste estaba la estación del tranvía Lacroze, en la SE estaba Gildo (que aún conserva el nombre) que era pizzería, restaurante..., en la esquina NE había una tienda y luego estuvo el café El Cóndor, y enfrente (esq. NO) se encontraba el negocio de Jorge Curi, una camisería y sastrería. Curi fue autor del tango "Noche de reyes" junto a Pedro Maffia; también fue autor de "Te aconsejo que me olvides, que yo suelo cantar".
En ese mismo año 18 vio caer la nieve sobre Buenos Aires y en el 19 vivió los sucesos de la Semana Trágica. "Yo era chico y andaba en pantalones cortos, por eso podía caminar por la calle, ya que cuando venían "los cosacos" no quedaba nadie... Durante esos días no hubo tranvías. Les levantaban las vías y los pibes les desataban los caballos a los carros...".
A los 9 años comenzó a trabajar tras dejar la escuela debido a su pasión por el fútbol: "Había un club en cada barrio. Yo jugaba para el Rocamora. Jugué también para Excursionista y llegué a disputar 2 ó 3 partidos para Almagro. Tuve un primo, Antonio Cancio, que jugaba en Almagro: en el año 27 hizo el segundo gol con el que le ganamos a Boca 2 a 1. En el Rocamora fui luego Director Técnico, también estuve en la Comisión Directiva y fui el presidente de la Subcomisión de Deportes. Llevamos a Troilo, a quien había visto debutar a mis 14 años en el cine "Palace" de Medrano cuando Pichuco usaba aún los cortos".
Surge un hilo conductor que une fútbol y tango, porque en aquellos años Rolo y su familia tenían al vecino más famoso de Buenos Aires, Carlos Gardel, que era hincha de Racing. Recuerda que cierta vez, cuando estaba jugando a la pelota en la calle, la patearon enviándola dentro de la casa del cantor; "Carlitos salió y nos dijo que lo dejáramos dormir". Estos son pequeños recuerdos imborrables, como los días en que pegaba su oreja a la casa del Zorzal para escucharlo cantar: "Desde ahí me gustó y aprendí a cantar. Actualmente estoy cantando unos tangos que le escuchaba a él. Lo miraba pasar todos los días cuando tenía 7 u 8 años, cuando pasaba a buscar a un tío mío, Nicolás de Julio, que era "carne y uña" con Gardel. Además, mi madre era conocida de la mamá de Gardel. Se encontraban al hacer las compras en el Abasto. La última vez que vi a Gardel fue poco antes de su partida al exterior, cuando presentaban en el Teatro El Nacional la película "Melodía de Arrabal". Por ese entonces, la calle Corrientes era angosta; Gardel no llegó a ver su ampliación. Fue allá por el 33. Me consiguieron unas entradas y allí Gardel hizo su despedida. ¡Cantó 12 canciones esa noche! Después estuve en el Luna Park cuando lo velaron".
Nos cuenta Don Rolo que Gardel grabó unos 600 tangos. Y se apasiona con un reclamo: "a todos los autores de dichos temas también los tendrían que homenajear en el museo, en la casa del morocho del Abasto".
El antiguo mercado y sus alrededores son parte importante de la historia porteña y de tantos hombres. Albergó a un gran número de inmigrantes, en su mayoría italianos, como el padre de Don Rolo, que era zapatero pero al que además "le gustaba tocar la guitarra, los sábados y domingos, sobre la calle Guardia Vieja, cerca de Abasto; les cantaba a los paisanos que trabajaban allí".
También fue escenario de los primeros rebusques de un Rolo juvenil que compraba frutas y verduras y las vendía luego en los alrededores, o que junto con sus hermanos ofrecían pollos y pavos por la avenida Corrientes, portándolos de unos ganchos que llevaban a mano.
Nos comenta: "Tuve la suerte de entrar en la Municipalidad como barrendero en el año 1938; fue el mejor regalo que me hizo la vida, porque no había trabajado en ningún lado. Y en la Municipalidad me jubilé cuando vino la desgraciada dictadura del 76".
Allí, en ese puesto, surgió otra de sus pasiones: se hizo peronista (claro que de aquel movimiento que pretendía una patria justa, libre y soberana, a cuyo líder "fuimos a buscar al Hospital Militar el 17 de octubre del 45". En tales funciones llegó a saludar a Evita en el Registro Civil de la calle Uruguay, cuando se instauró el voto femenino.
Claro que la fuerza de los sentires lo regresaba siempre al barrio. Por algunos años fue casero del edificio del Banco Ciudad situado en Corrientes y Acevedo.
Varias referencias más se pueden señalar de una larga vida siempre activa, pues "después de jubilarme no podía estar sin trabajar. No me rendía. Y hoy con mis 90 años sigo con el puestito...". Ese que incluso quiso levantar una mano artera allá por el 98, pero que gracias a la movilización de los vecinos y a que Don Rolo tiene la habilitación en regla, pudo conservar.
Continuidad que también mantuvo con la milonga: "A mi me gustaba mucho el baile. Bailaba en el club Almagro, iba a "Caño 14", al Palermo Palace... Y ahora que tengo artrosis en una rodilla, igual estoy bailando y sigo cantando. Estuve actuando en el club "Fulgor de Villa Crespo", gracias a mi amigo Coco Fontán, que es un gran cantante de tangos. Y ahora me doy una vuelta de vez en cuando por el salón de Lima y Cochabamba".
Es inútil; por más que lo quieran reducir a una mera expresión valiosa pero perimida, o lo pretendan acotar al ocasional y nostalgioso "souvenir" telúrico, el tango "siempre está volviendo", al igual que Don Rolo de Almagro.

Fuente: Periódico Primera Página N° 87 - Julio de 2001.
Autor: Martín Nuevo

TODO ALMAGRO SALVÓ A "DON ROLO"

Un numeroso grupo de vecinos del porteño barrio de Almagro salvó a un anciano de ser desalojado del puesto callejero de venta de golosinas que hace casi 40 años explota en la boca de la estación Medrano del subte B, en la avenida Corrientes al 4000, lo que hubiese significado poco menos que su muerte.
Lo que terminó siendo un curioso hecho, juntó ayer a un centenar de personas que vivaron constantemente al abuelo "Don Rolo", al tiempo que impidieron a una comisión municipal que tenía por cometido levantar el puesto después de recibir una denuncia, poder cumplir con la medida, que no obstante fue iniciada. La presión popular hizo a los funcionarios declinar su postura, y todo terminó en un gran festejo cuando bajaron de un camión algunas partes del puesto que ya habían levantado.
"Don Rolo", un verdadero símbolo de Almagro; llegó a ese lugar antes de cumplir los cincuenta años y hoy a los 88, es un canto a la vida. Se defiende con la venta callejera de golosinas, y así fue como a través de los años, vio pasar abuelos, hijos y nietos de distintas familias, que se encariñaron con él de tal modo, que ayer le sirvieron de "abogados defensores", logrando impedir el desalojo de su querido lugar.
Rodeado de afectos, como cuadros de Carlos Gardel, Osvaldo Pugliese y otras figuras de nuestro país, el abuelo estuvo ayer varias veces al borde del colapso, pues las autoridades comunales que se hicieron presentes para desalojarlo estaban firmes en su posición de llevar a cabo la medida, más allá de que varios vecinos denunciaron que no poseían una orden que amparara la decisión municipal.
Luego de varios minutos de idas y vueltas, finalmente "Don Rolo" se quedó con su amado puesto, y casi con lágrimas en sus mejillas comentó que "tengo mucho que agradecerle a toda esta hermosa gente del barrio de Almagro, que me apoyó en este momento tan difícil de mi vida".
El anciano explicó que "la verdad es que no sé por qué me quieren desalojar, si tengo todos los papeles en regla, porque jamás trabajé por izquierda. Si me echaban de aquí era lo mismo que matarme, pero por suerte, gracias a mis clientes y amigos, voy a seguir acá".

Nota publicada en diario Crónica del 25 de septiembre de 1998.