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La Ley de Vagos y Malentretenidos

La falta de trabajo, los mendigos, los vagos, existen desde siempre y fue un problema para todos los gobiernos de turno, pero... algunos gobiernos lo pudieron controlar y otros lo han fomentado, sobre todo en los últimos años, con tantos subsidios, que propiciaron en muchos, comodidad y vagancia, porque es más fácil recibir pescado gratis, que ir a pescarlo.

Después de la Revolución de Mayo de 1810, hubo mucha gente sin trabajo, que deambulaba por la ciudad mendigando, pasando largas horas en pulperías, jugando a las tabas, tomando alcohol y luego se producían riñas que terminaban muchas veces con la muerte. Era un verdadero problema social que también preocupó a los gobiernos.

Siempre fue perseguido el vagabundeo y la llamada mendicidad ilícita, es decir, aquel “sano y vigoroso que pedía limosna”, castigando sobre todo a quien portase algún tipo arma.

Como podrá observarse, ahora siguen existiendo, no son perseguidos y lejos de ser castigados o apresados por cortar el tránsito, con los rostros cubiertos, esgrimiendo palos o fierros, insultando e incluso apedreando el auto donde viaja el presidente de la Nación, quienes deben impedirlo parecen mirar para otro lado.

Volviendo al pasado, para evitar estas situaciones, existía La ley de vagos y mal entretenidos, que permitía al Juez de Paz controlar los salones de bailes, de juegos y diversión, como las pulperías, para arrestar a todos los presentes que no tenían trabajo ni residencia fija. Generalmente se consideraban vagos a los gauchos que vivían de la doma y yerra y que se desplazaban de estancia en estancia, cuando algún patrón los requería para ese tipo de servicio.

El juez iba acompañado de la fuerza pública, la policía de la zona, y pedía inicialmente la “libreta de conchabo”, (para demostrar que trabajaba en una estancia) libreta que nació durante la presidencia de Rivadavia con fines de reprimir la vagancia y sumar mano de obra para el trabajo de las tierras, que el gobierno había entregado en alquiler a particulares.

El testimonio de un juez de paz constituía prueba única y suficiente para calificar de “vago”, quien era castigado con la reclusión de dos a seis años en un alejado fuerte fronterizo militar, para luchar contra el avance del indio. Esos controles, estaban ubicados en lugares inhóspitos, sin comodidades y muchas veces casi sin comida, pues los envíos de provisiones eran esporádicos y no aseguraban la alimentación de los soldados.

Increíble pero cierto!!! Hoy se establece un protocolo para impedir cortes y piquetes y no se cumple; hoy existen pruebas de corrupción sobradas y los jueces no actúan, hoy los presos viven mejor que muchos que están libres y hasta se les paga un sueldo. ¿Qué nos pasó? deberíamos haber evolucionado y sin embargo ocurre todo lo contrario.

Respecto a la Ley de Vagos y Malentretenidos, se consideraba como tales a aquellas personas de uno y otro sexo que:

a) No tienen renta, profesión, oficio u otro medio lícito con que vivir.

b) Quienes teniendo oficio, profesión o industria no trabajan habitualmente en ella y no se les conocen otros medios lícitos de adquirir su subsistencia.

c) Con renta, pero insuficiente para subsistir, no se dedican a alguna ocupación lícita y concurren ordinariamente de juego, pulperías o parajes sospechosos.

Aparecen así dos tipos básicos de vagancia: los desposeídos de bienes que no tienen una ocupación lícita, y los que teniéndola llevan una vida de malas costumbres.

Además de esta clasificación inicial, también se tenían en cuenta algunos agravantes de esta condición. Por ejemplo, quienes entraran en alguna oficina pública o casa particular sin el permiso respectivo; o quienes se disfrazasen o tuviesen armas, ganzúas u otros instrumentos propios para ejecutar algún hurto o penetrar en las casas.

Es importante distinguir que la persecución de los gobiernos era contra lo que se consideraba como mendicidad “ilícita”, es decir, aquellos que pedían limosna siendo sanos y vigorosos. Esto se debía a que existían también licencias de mendicidad y de pedido de limosnas para aquellos de los que se hubiese comprobado que no tenían la capacidad de ejercer ningún trabajo.

Uno de los primeros gobiernos en reglamentar esta situación fue el de Martín Rodríguez y su notable ministro Bernardino Rivadavia en la Buenos Aires de principios de 1820. Este gobierno, el 18 de abril de 1822, promulgó un decreto sobre vagos y malentretenidos que, en la práctica, se constituyó en un eficaz instrumento para aumentar las filas del ejército. Esto se debió a que los aprehendidos eran destinados inmediatamente al servicio militar, incluso por un término doble al prefijado en los enrolamientos voluntarios.


www.info-almagro.com.ar (4702) - Publicado el: 22/08/16