LAS VIOLETAS




MONUMENTO HISTORICO DE LA CIUDAD

"Las Violetas", un símbolo porteño, vuelve a abrir sus puertas
La confitería, que había cerrado en 1998, será reinaugurada pasado mañana · La restauraron respetando el estilo original
Los movimientos son febriles. Se acomodan sillas y lustran metales, uno de los dueños instruye al personal de confitería, detrás del mostrador otro socio analiza un detector de billetes falsos, tres peones acomodan maceteros, electricistas y carpinteros están dando el fin de obra: pasado mañana "Las Violetas" vuelve a abrir sus puertas al público.
Tres años después de haber vivido el ocaso, y luego de ser declarada monumento histórico de la ciudad de Buenos Aires, esta tradicional confitería porteña, ubicada en Medrano y Rivadavia, regresa al circuito porteño.
Hoy se hará una primera reinauguración, destinada a periodistas y autoridades de la Ciudad. Mañana habrá otro sarao, esta vez para los familiares y amigos de los dueños, un grupo de empresarios gastronómicos mayoritariamente españoles que decidió recuperar la confitería conservando las líneas y el diseño originales.
La actualidad se filtra en la conversación con Ramón Conde, socio del grupo, dolido por la crisis de Aerolíneas Argentinas que despertó algunos sentimientos antiespañoles: "Mire, nosotros sí que invertimos aquí. Hace 38 años que trabajo, y pongo negocios de esos que duran muchos años. ¿Las modas? Prefiero emprendimientos que duren 20, 30 años. Es un orgullo ser dueños de ''Las Violetas''. ¿No le parece?", remata y pregunta, mientras atiende a un colaborador.
Las obras de restauración llevaron seis meses: durante ese tiempo trabajaron para dejar la boisserie, los vitrales, el cielo raso estucado y las suntuosas arañas de caireles de cristal, tal como fueron pensados en 1884, el año de su inauguración.
El local tiene 80 metros cuadrados de vitrales, a los cuales se les realizó una limpieza. En el caso de los vidrios rajados, se prefirió pegarlos, tal como indican las normas de preservación. A las arañas se las sometió a un proceso de pulido laqueado y reposición de piezas dañadas.
En cambio, el piso tuvo que ser hecho de nuevo, porque el deterioro era terminal, pero siguiendo el dibujo antiguo, para lo cual se contaba con fotografías que permitieron recrear el tamaño, la forma y el color elegidos por los diseñadores de época.
"Dígame, joven, ¿cuándo abren?" Una dama resuelta se cuela al salón, todavía a medio armar, y encara a Conde. Esos diálogos se suceden varias veces. Las vecinas están alborotadas por la reapertura. Enseguida se produce una conversación sobre la importancia que tendrá para el barrio de Almagro recuperar un espacio que era centro de reuniones y de movimientos culturales.
Dentro de la idea de revivir el clima y la producción originales, los nuevos dueños contrataron a dos de los pasteleros que habían trabajado allí hasta el cierre. Incluso uno de ellos ganó un premio en Barcelona, se encargan de remarcar.
La exquisita pastelería que producía "Las Violetas" había trascendido los límites del barrio y mucha gente se trasladaba bien temprano para comprar medialunas crocantes, pan dulce con las mejores frutas abrillantadas y milhojas con fondán a punto.
Por estas horas, el plantel de pasteleros ya comenzó las mezclas de harina, huevo, manteca, azúcar impalpable, chocolate y canela. En los mostradores de la confitería ya se lucen tortas blancas. Una, con forma de corazón, cubierta de merengue italiano; otra, de cuatro pisos, con pequeñas rositas de mazapán. Las carameleras están repletas de marrón glacé, las copas relucen y las botellas gigantes de champán están ubicadas en lugares ciertamente estratégicos.
Esta semana vuelve al ruedo "Las Violetas", que ahora forma parte del grupo de confiterías preservadas como "La Ideal" y el "Tortoni". No tuvieron igual suerte "El Molino" y "El Aguila", y más recientemente el "Café de los Angelitos", en Rivadavia y Rincón. Pero este tradicional reducto tanguero que fue alcanzado por la piqueta de la Comuna será adquirido por quienes reflotaron "Las Violetas", según le dijeron estos empresarios anoche a Clarín. Prometen reconstruirlo por completo.
PATRICIA CARINI
Publicado en diario Clarín 17/07/2001

Confitería Las Violetas, un clásico que vuelve.

La reinauguración será este mes. Después de tres años, abrirá de nuevo sus puertas en Almagro
Los empresarios que se hicieron cargo de la refacción aseguran que se respetó el estilo del mítico lugar de encuentro de Rivadavia y Medrano
En septiembre cumplirá 117 años
El 21 de septiembre próximo la confitería Las Violetas, una de las más renombradas y tradicionales de la ciudad, debería cumplir 117 años, ya que se inauguró el Día de la Primavera de 1884. Y parece que los cumplirá en plena actividad, a pesar de que las obras de remodelación, iniciadas en febrero último, estén un poco atrasadas.
La reapertura, fijada en principio para fines de mayo, se pospuso para junio, aunque todavía no se ha fijado la fecha de su reinauguración.
Durante más de un siglo Las Violetas fue uno de los lugares emblemáticos de la ciudad. Allí se iniciaron romances que terminaron con fiestas de bodas celebradas en ese lugar.
También se festejaron inolvidables peñas de amigos, cantantes y actores de cine. Nació cuando el país estaba conducido por la denominada generación del 80. Era una época en que la Argentina prometía un futuro de grandeza. Las Violetas fue un testigo silencioso de una ciudad que crecía y ganaba espacios al suburbio.
Contrariamente a lo que sucedió con otras confiterías célebres, fue levantada en la esquina de Rivadavia y Medrano, en Almagro, que por aquellos tiempos era casi un barrio de extramuros.
Se dice que a su inauguración asistió Carlos Pellegrini, que seis años más tarde se convirtió en presidente de la República.
En todo caso, desde entonces fue cita obligada de los porteños de buen gusto y de cuanto visitante ilustre llegaba a la ciudad. Por sus mesas pasaron desde Carlos Gardel y Alfonsina Storni a Irineo Leguisamo e Ignacio Corsini. También fue escenario propicio para el cine y la literatura: en ese decorado típicamente art nouveau, Roberto Arlt ambientó un cuento y Torre Nilsson filmó escenas de "La Mafia".
Tuvo bien ganada fama por sus medialunas y su pastelería. Las tortas y los hojaldres fueron célebres y era común que los porteños llegaran desde los rincones más alejados en busca de sus exquisiteces. Su té con masas fue una institución que congregaba legiones de mujeres.
La hora del triste destino
Tanta tradición no impidió que en 1998 amenazara con seguir el triste destino que tuvieron otros reductos de la ciudad, como las confiterías Del Aguila -en la esquina de Santa Fe y Callao-, Del Molino -frente al Congreso de la Nación, en Callao y Rivadavia-, o el Café de los Angelitos, -en Rivadavia y Rincón- devorados por la adversidad económica y el cambio de las costumbres.
El 1° de julio de ese año, Las Violetas cerró sus puertas ante la consternación de los vecinos, que llegaron a reunir 13.000 firmas para evitar su desaparición.
Más de dos años de perseverante insistencia dio su fruto y a principios de 2001 el Gobierno de la Ciudad declaró al edificio Monumento Histórico. Al mismo tiempo, se anunció que un grupo de empresarios gastronómicos había alquilado el local y emprendería trabajos de remodelación con vistas a una pronta reapertura.
"Sabíamos que el problema del cierre obedecía a que las cuentas no cerraban y prevaleció en nosotros el objetivo de devolverle a la gente una confitería muy querida y muy auténtica", contó Ramón Conde, hombre con vasta experiencia en el ramo que integra ese grupo empresario.
Luego añadió: "Decidimos hacernos cargo de la confitería a pesar de la situación de recesión que aqueja al país. No lo pensamos sólo en términos económicos: para nosotros, los gastronómicos, es un orgullo revivir esta gloriosa esquina".
Benjamín Cuadra, otro de los dueños de la confitería, aclaró que en el curso de las obras se respetaron la ubicación de los respectivos sectores y las piezas originales de la ambientación y que se restauraron algunas piezas que estaban deterioradas.
Por su parte, la arquitecta Graciela Saldías, del estudio A&D, que se encarga de la remodelación, resumió las obras principales: cambio de la totalidad del piso de granito rojo, negro y blanco por uno nuevo, idéntico; recuperación de la boisserie en todo el local; pulido y laqueado de las 16 arañas de bronce y reemplazo de tulipas faltantes; limpieza y restauración de los vitraux; reconstrucción de capiteles de columnas y de molduras de techos y paredes; reemplazo de la barra del bar por una hecha en mármol de Carrara y eliminación de construcciones que no eran originales ni armonizaban con el estilo del local.
Las Violetas abrirá todos los días, de 6 a 2, y en ella trabajarán aproximadamente 30 personas.
Las obras de restauración se iniciaron a un ritmo casi fabril, se fueron demorando y, con suerte, la reapertura tendrá lugar con un mes de atraso. Hasta ese día, sólo viejos fantasmas de una época dorada pasearán, solemnes y silenciosos, por un espléndido conjunto de salones, cocinas y bares barrocos.
María de Vedia
Publicado en diario La Nación el 16/06/2001.

UN MONUMENTO HISTORICO DE BUENOS AIRES

Dicen que la confitería "Las Violetas" reabrirá dentro de pocos días
Estuvo cerrada durante tres años · Y aseguran que la están restaurando conservando todo su estilo original
Novedad: "Las Violetas", fundada en 1884, ahora también tendrá un restorán.
Durante tres años, los fantásticos vitrales que filtran la luz por los vidrios de colores estuvieron a la sombra. La confitería "Las Violetas", que había cerrado sus puertas en julio de 1998, se convirtió entonces en un recuerdo apenas sostenido por un cartel desvencijado. Pero ahora, resurgiendo de sus cenizas, se prepara para abrir nuevamente sus puertas a fin de mes.
Un grupo de empresarios gastronómicos decidió salvar de la piqueta a la confitería. Y alquilaron el local para volver a ponerlo en funcionamiento. Desde febrero, se están realizando obras de restauración respetando el estilo original, ya que "Las Violetas" fue declarada monumento histórico de la Ciudad.
Desde su inauguración, el 21 de setiembre de 1884, en la esquina de Rivadavia y Medrano, "Las Violetas" se levantó como un símbolo de su barrio, Almagro, y como un lugar emblemático de Buenos Aires.
Como otros cafés tradicionales porteños, "Las Violetas" vivió su época de esplendor. Hasta que la crisis económica la arrastró, como a tantas otras, a la quiebra y el abandono. Cuando en julio de 1998 el lugar cerró sus puertas, los empleados y vecinos del barrio protestaron y se resistieron. Pero todo fue en vano.
Mientras estuvo cerrada varios fantasmas la sobrevolaron: algunos decían que en su lugar se iba a levantar un banco o un local de comidas rápidas. Sin embargo "Las Violetas" sobrevivió a los malos presagios y hoy se recupera. "A pesar del mal momento económico, creemos que vale la pena salvar este lugar", dijo Ramón Conde, uno de los empresarios.
Más tarde vino el trabajo de los arquitectos que, después de más de 50 años sin reformas en el edificio, tuvieron que poner al día la boisserie (revestimientos de madera caoba), los pisos, los vitrales y reconstruir lo que no pudo recuperarse. Fue el caso de algunos capiteles de las columnas, de los apliques de bronce de las paredes y de algunas tulipas de las 23 arañas.
Se retocaron las molduras de los techos, se colocaron espejos biselados y se reconstruyó el piso. "Si bien es nuevo, se mandó hacer especialmente para reproducir los mosaicos originales, que ya no se fabrican más", contó la arquitecta Mónica Alvarez del estudio A&D, a cargo de las obras.
Uno de los trabajos más complicados fue restaurar los ocho grandes vitrales, reconstruyendo las piezas faltantes. Los aparatos de aire acondicionado que afeaban la estética del lugar fueron reemplazados por un sistema de aire frío/caliente que pasa por el sótano y por debajo de las ventanas para que no desentone con la arquitectura.
Una oficina que se había construido como entrepiso y tapaba uno de los vitrales se tiró abajo. Y aún se conserva la escalera de madera original y varios de los mármoles del frente.
El cartel con el nombre, que colgaba originalmente del frente del local y desapareció con los años, se va a reproducir gracias a una foto antigua.
Leyenda porteña
A pesar de todas las reformas que permitirán recuperar el lugar, los nuevos encargados aseguran que los precios serán los mismos que en otros bares. "Entendemos la situación difícil por la que está pa sando la gente y a pesar de la calidad y la historia del lugar, no va a ser más caro que otros", dijeron Fernando Naredo y Benjamín Cuadra.
Como parte de las reformas, se agregó, a los dos baños existentes, un tercero, equipado especialmente para discapacitados. Y si bien las mesas y las sillas son nuevas, respetan el estilo y la estética de principios del siglo XX.
La pastelería, una de las especialidades de "Las Violetas", volverá a deleitar los paladares porteños con sus famosos hojaldres, tortas, pandulces y roscas. La tradicional rotisería, que cada fin de año no daba abasto con los pedidos de pavitas y lechones también volverá a funcionar. Y el local, además de la cafetería, tendrá un sector nuevo destinado a restorán.
Al igual que otras confiterías que ya forman parte de la leyenda porteña, como "La Ideal", "El Tortoni", "El Molino" y "El Aguila" (los dos últimos, desaparecidos), "Las Violetas" tuvo su época de gloria con visitantes ilustres que tejieron su historia.
Leopoldo Torre Nilsson filmó allí una escena de "La mafia", y Norma Aleandro y Federico Luppi compartieron una escena de "Sol de otoño". También pasaron por sus mesas Ireneo Leguisamo, Alfonsina Storni y los militantes políticos que paraban allí antes de los actos en la Federación de Box, a pocas cuadras.
Hay quienes dicen que en la inauguración de "Las Violetas" estuvo Carlos Pellegrini, luciendo una galera. Y una escena del cuento "Noche terrible", de Roberto Arlt, tiene como escenario su estilo casi barroco, donde abundan los mármoles, la madera labrada y los bronces lustrados reflejados en los espejos biselados y los vitrales con escenas bucólicas.
SANDRA COMMISSO
Publicado en diario Clarín el 06/06/2001.

Las Violetas también bajó la persiana


La modernidad nos es piadosa con las tradiciones porteñas. Cuando el mes de julio asomó, se bajaron definitivamente las persianas de una de las últimas confiterías tradicionales de Buenos Aires: Las Violetas. Pero no sólo la nostalgia se apoderó de los habitués. Luego de una serie de reuniones, negociaciones y reclamos, los 40 empleados de la confitería tomaron ayer las instalaciones apoyados desde el otro lado de las marquesinas por un centenar de vecinos de Almagro que se autoconvocaron para preservar uno de los lugares típicos del barrio, construido hace 103 años en la esquina de Rivadavia y Medrano.
El 30 de junio pasado, a pesar de que en los últimos tiempos no se registró un descenso marcado en las ventas, la confitería Las Violetas cerró sus puertas bajo el "pretexto" de un balance. Ese mismo día, los trabajadores recibieron un telegrama de despido que justifica la cesación definitiva de actividades en el local, "ante graves dificultades financieras constitutivas de fuerza mayor". Se especifica además que el despido se realiza conforme a lo establecido en el artículo 247 de la Ley de Contrato de Trabajo, que dice que "la indemnización por despido es equivalente al 50% de un mes de sueldo por año de servicio", explicó a El Cronista José González, miembro de la comisión directiva del Sindicato Gastronómico, que junto al gremio Pastelero se encontraban ayer en "espera de alguna solución".
Según denunciaron los trabajadores, se les adeuda "el salario de junio, el aguinaldo, la indemnización por despido y los aportes previsionales de los últimos tres años". A pesar del cierre, por el momento parece no estar en peligro el edificio, que mantiene el aspecto de principios de siglo, con sus sólidas columnas enjoyadas con bronces, majestuosos vitrales importados de Francia y pisos de mosaicos grises, blancos y negros. En cambio, un trabajador socio de la confitería que ayer apoyaba la medida y prefirió mantenerse en el anonimato, aseguró a este medio que "la sociedad va a pasar a nombre de un testaferro, por lo que creemos que dentro de algún tiempo la confitería puede llegar a reabrirse".
El mismo triste destino de persianas bajas invadió al Café de Los Angelitos, en el barrio de Congreso y llenó de oscuridad los salones art noveau de la confitería Del Molino, en abril del año pasado, después de 137 años de historia. A su turno, el bar La Paz logro sobrevivir en manos de una refacción que para algunos fue un costo demasiado alto, mientras que el Café Tortoni, es uno de los pocos que mantiene el espíritu de antaño. Hija de la Buenos Aires de fin de siglo, la confitería Las Violetas fue fundada el día de la primavera de 1884. Anoche se debatía entre los augurios de espectrales sillas apiladas y el retorno a un perfume lejano de café y medialunas recién horneadas. Afuera, unas 2500 manos habían apurado una firma. El reclamo era uno solo: que en sus mesas vuelvan a tintinear tazas humeantes, suculentas porciones del Postre Leguizamo y conversaciones en voz baja.
Daniela Villaro
Publicado en diario El Cronista el 15/07/1998.

Foto publicada en Su Revista.


Las Violetas (aniversario)


21 de septiembre 1884-1997
Ya es primavera, espero mi café y miro por los cristales, la calle, los árboles, el infinito cielo de Rivadavia y Medrano.
Mi alma de poeta vuela, recorro en un instante tu historia, querida Confitería "Las Violetas".
Imagino la tarde que la Infanta Isabel de Borbón te visitó. Fue el año de 1910, el año del Centenario. Observo desde mi mesa el trajín incesante, de los momentos previos de tan notable visita.
Recorro con una mirada las grandes columnas de estilo romanas, adornadas con anillos cincelados de bronce, los bajo-relieves al estilo de catedrales bizantinas, con sus característicos ángeles, sus espirales de rasos orlando las figuras tus vitraux, recreando los jardines de algún castillo y sus damas, dándonos una visión bucólica, acompañada por los sones de una orquesta de señoritas.
Sigo imaginando esa tarde, querida Confitería y puedo ver el sol en los vitroles, trayendo hasta mi en un caracol de colores, el ramo de violetas que luces en su centro.
Todo esta preparado, los olores penetrantes de tus confituras, las mesas adornadas con flores, los mozos impecables, ya llega, ya entra la Infanta Isabel, la orquesta toca un vals, se abren las puertas......
En el momento que le entrego el ramo de violetas, el mozo me sobresalta con su pregunta, va a tomar lo de siempre señora. Sí gracias, le contesto, miro en derredor, los abovedados techos, los cristales, las columnas, todo está igual, intacto, imperecedero, el tiempo no ha pasado. Viene el mozo, me trae mi café, de todas las tardes, me mira a los ojos y me dice: ese ramo de violetas que tiene entre sus manos, tiene una fragancia.......
Termino mi café, me levanto, me doy vuelta, los fantasmas de la Infanta y su comitiva siguen tomando el té.

Confitería Las Violetas


Barrio de Almagro,
Tu lírico ángulo
de Rivadavia y Medrano
ofrece al soñador porteño
más de cien años de dulces recuerdos.

Confitería "Las Violetas"
Reducto al que acudieron,
Allá por mil novecientos,
con ademán exquisito
las damas, con galanura,
apuestos caballeros.

Cuántos romances discretos
Como mudos testigos vivieron,
Tus grandes columnas,
Tus bajo relieves artísticos,
Tus moldurados techos.

Más de una vez
Tus vitraux ofrecieron,
Un ramo de violetas
Para las manos tibias,
De alguna novia discreta.

Mientras escribo, el sol
Penetra los coloridos cristales,
Rosas empurpuradas caen sobre
Mi espalda, que ya lleva una dulce
Carga, la de ser poeta vana.

Ana María Torres

Publicado en el Nro. 163 de Su Revista - Almagro - Villa Crespo - Septiembre de 1997.

"Las Violetas"


En el tiempo se minimiza el recuerdo y la emoción porque forma parte del cambio.
En busca de la felicidad, el hombre recorre una gama de ansiedades y logros. Desde que nacemos nos acompañan lugares, perfumes y colores que, impresos en nuestra memoria, sirven para darle sentido a la identidad que representamos en este momento.
Somos lo que creamos, y olvidar nuestra raíz nos sumerge en hondos problemas éticos. La transformación nos condiciona, pero ¿quién dijo que hay que olvidar el punto esencial desde donde nos formamos?.
En nuestro barrio de Almagro, con gusto a nostalgia existe un lugar donde los sueños que fueron caminan aún por sus mesas, y las fantasías coloquian en silencio contando de aquellos que dieron una parte de si para que el Hoy brille, en su ausencia. Señal indiscutible de un pasado que nos observa, se llama: Confitería "Las Violetas".
Ella significa ahora un claro desafío al hombre, inmerso en corridas tecnológicas y deseos constantes que le quitan la libertad de decidir.
Marca un exponente de reunión abierta, calidez humana y reencuentro con los afectos.
¿Quién dictamina que algo no sirve más?
Mientras exista la necesidad de mirarnos a los ojos, tender una mano solidaria a regalar una flor o un pensamiento, el hombre trascenderá al tiempo.
Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad que su imagen, bellamente insertada en el barrio que la vio crecer, no desaparezca de esa esquina de Rivadavia y Medrano.
Los sueños no pueden caer bajo la piqueta.
Según Ortega y Gasset "el individuo tiene que ser el creador". La circunstancia es el aquí y ahora.

María Luisa Naya

Publicado en Noticias de Almagro es mi barrio. Nro. 44 - Junio de 1997


Fotografía publicada en El Pregón de la Junta (Junio 2001).