Entre gallos, riñas y Galleros

Para ahondar en el conocimiento de la cultura de un pueblo es preciso indagar en todos los apectos de sus costumbres, incluídas las ceremonias y entretenimientos.
En nuestro pasado colonial y en los primeros tiempos de nuestra independencia, éstos fueron de herencia hispana, como ser: las grandes celebraciones religiosas alternadas con el espectáculo hispano por excelencia, La Corrida de Toros, que muy pronto fue desplazada por destrezas con la participación del caballo, que fue introducido en nuestro suelo por Pedro de Mendoza en el año 1536.
Carreras Cuadreras, de Sortijas, Cancha y Doma se instalan en nuestro medio, constituyendo verdaderas fiestas públicas en canchas y rancheríos de los arrabales.
Estos espectáculos se alternaron con el de la "Riña de Gallos", que también aparece en nuestra América con el español de la conquista, junto con la guitarra.
Este espectáculo es tan antiguo y cruel como la historia. El antecedente más remoto lo encontramos en la mitología griega, en ella: Agón, hermoso y joven atleta, simboliza la lucha y los diversos juegos, ostentando entre sus atributos, el principal de ellos representado por un gallo.
En nuestro pasado colonial, desde fines del siglo XVII, ya se observaba junto a las puertas de las viviendas humildes, un gallo de riña atado de la pata. El criollo, y en particular el hijo de Buenos Aires sintió gran atracción por el tema, que además de diversión y la infaltable apuesta, significaba un medio de vida para ciertos sectores de la época, y una profesión la de "gallero" que adquirió ribetes de leyendas famosas en los suburbios y una respetuosa admiración.
El Reñidero, constituía un establecimiento público, con reglamento y vigilancia oficial, existiendo numerosos lugares para su práctica, hasta que en 1885, la Ley de protección de los animales obligó a su clausura, aunque continuaron por algún tiempo más en forma clandestina.
En nuestro barrio, también existieron los reñideros, eran muy común en los fondos de algunas viviendas. En las actuales calles de Humahuaca y Gallo, precisamente en los fondos del Almacén de la Viuda, existía uno muy afamado donde dos "peleadores", propiedad de un malevo, eran el "crédito" local. Un día los gallos tuvieron triste fin, desaparecieron y todo hizo suponer que pasaron a ser la versión masculina de un gigantesco "pucherito de gallina", la gresca que se armó fue memorable, y adiós a las riñas en el lugar.
Un gallero renombrado en el barrio de Almagro era Don Pepe Cuitiño, de la calle Yapeyú, a quien los muchachos llamaban el "gallonero", apelativo que también alcazaba a su mujer, lo que motivó al payador José Betinotti, que vivió en Venezuela y Artes y Oficios (hoy Quintino Bocayuva) a componer estos versos:

"A la mujer del gallero
le dicen la gallonera
y no me parece bien
la llamen de tal manera
pues, a la del boticario
no la nombran botiquera"

Clases sociales bajas y altas participaban de estos eventos y hasta encumbrados personajes de la vida pública y políticos de la época, y nunca faltó algún comisario de la sección que apostara "a ganar" por aquello de que al "Caballo del Comisario" o "Al gallo del Comisario" no se le puede ganar, recuerdo de épocas idas o tal vez no tan lejanas.

El gallo siempre contó con abiertas simpatías, y en muchos casos sirvió de apodos o como parte inseparable de un nombre como por ejemplo: Aniceto "El Gallo" era inseparable de Hilario Ascasubi, adquirió otras connotaciones para significar hechos como "La misa de Gallo". Lugares populares como "La Fonda del Gallo" que a principios de siglo funcionó sobre la recova de la Avenida Pueyrredón, la música porteña lo ha registrado en un tango de Agustín Bardi "Gallo Ciego", y por supuesto no faltó el guapo, amigo de darse corte que en rueda de guitarreros desentonaba los versos:

"Para mi no hay hombre fiero,
por más bravo que se tenga,
ya que en cualquier reñidero
espero al que le convenga.

Yo soy el Gallo del Once
De Cuyo y Nueva Granada (1)
Sáquemele lustre al bronce
Que está mi firma grabada"

(1) Cuyo (hoy Calle Sarmiento) y Nueva Granada (hoy Boulogne Sur Mer)

Miguel Germino
Publicado en PRIMERA PÁGINA - Nro. 9 - Junio de 1994.