ANECDOTAS

REMATE

En los últimos meses del año 1870, las operaciones en inmuebles se multiplicaron, al extremo de que algunos diarios, para poder anunciarlas, se vieron en la necesidad de añadir una hoja suelta al pliego habitual de cuatro páginas, hecho que en ese tiempo era un verdadero alarde tipográfico periodístico. La gente se entretenía en leer los fantásticos avisos que cada rematador insertaba en el diario de su predilección, esforzándose en superarse unos a otros. La nota original y pintoresca la ofreció Florencio Madero, ideando un medio muy original, que aún hoy podría dar excelentes resultados. Entendido con los dueños de las principales panaderías de la cuidad, Madero obtuvo que dentro de cada pan destinado al consumo se colocara una cédula con el anuncio. Durante un día, todos los habitantes de la ciudad, al partir su pan, quedaron sorprendidos con el hallazgo de la cedulilla que contenía esta leyenda: "Gratis, Tranway del señor Lacroze para el gran remate de 200 lotes en el nuevo pueblo de Almagro, el domingo próximo, por Florencio Madero y Cía.". El remate tuvo un éxito extraordinario, lo que no obstó para que el feliz propietario de los terrenos que lo era el entonces gobernador de la provincia, don Emilio Castro, detuviera al martillero en el Café de París, la noche de la subasta, para decirle: "Florencio, estoy muy satisfecho por el resultado de la venta. Como amigo, te agradezco tus empeños y te felicito por el éxito, pero como gobernador te anticipo que te haré aplicar una multa por haber atentado contra la salud del vecindario con tus anuncios".

Fuente: "Visiones de la Gran Aldea".
Autor: Ismael Bucich Escobar

CANTOR

Una noche del año 1912, en el café que existía en Rivadavia 3824 (uno de los primeros en Almagro donde se tocaba el bandoneón), entró un mozo cantor acompañado por quien le llevaba la guitarra, enfundada en paño negro con iniciales bordadas. No bien tomaron asiento, un cochero de plaza apodado el "rengo Congo" (le faltaba una pierna), dirigiéndose al cantor desde su mesa, le dijo imperativamente: -"¡Cantá!..." El otro no le hizo caso al notarlo ebrio; y la voz de aquel hombre de mala bebida se repitió más fuerte, al tiempo que hacía ademán de apoyarse en su muleta para levantarse. El dueño del café, que lo conocía pendenciero, tratando de evitar el seguro incidente, le encareció que cantara, pedido al que se sumaron algunos de los allí presentes, Y entonces el mozo, tras corto preludio de bordonas, se echó a cantar un vals sentimental, muy popular por aquellos días. He aquí la primera estrofa:
"Mi madre era muy pobre, sí, pero amorosa; / vivía muy dichosa en su pobre hogar. / Me aconsejaba siempre, porque era muy virtuosa, / para mi era la diosa que estaba en el altar". Y he aquí la última del poema, cuyo autor no conocemos:
"La hermana de mi madre / fue una santa señora / que al ser mi defensora / con mi padre luchó, / Cuando murió mi tía / llorando la he sentido; / y cada día que vivo / le rezo una oración"
Y al terminar el cantor, después de varias estrofas, se dio cuenta de que no había estado mal, pues el "rengo Congo", cubierto de lágrimas, recorrió las mesas sombrero en mano, y le juntó unos pesos.
El cantor de esa noche, que por entonces no imaginaba la altura que alcanzaría en el alma de la emoción popular, era Carlos Gardel.

Fuente: El barrio de Almagro
Autor: Ricardo M. Llanes